Pero eso no es todo: nuestro tipo de sangre está escrito en nuestros genes, como el color de ojos o de pelo. Y ahí es donde las cosas se complican… ¡o se ponen emocionantes !
Herencia genética: cuando las combinaciones se multiplican

Cada progenitor transmite un “alelo” (una especie de versión de un gen) a sus hijos. Existen tres tipos de sangre: A, B y O. Los alelos A y B se denominan “dominantes”, mientras que los alelos O son “recesivos”. Entonces, ¿cuál es la diferencia? Si recibes una A de tu padre y una O de tu madre, serás del tipo A. Lo mismo ocurre con el B.
Pero si recibes un tipo O de cada progenitor, serás del grupo sanguíneo O. Y si recibes un tipo A y un tipo B, serás del grupo sanguíneo AB. Por eso, dos progenitores con grupos sanguíneos bien definidos pueden tener un hijo con un grupo sanguíneo diferente . Es la lógica (y un poco de magia) de la genética.
Ejemplo concreto: no es un error, es la naturaleza.
Imaginemos un padre con tipo A (genes AO) y una madre con tipo B (genes BO). Su hijo podría ser:
- A (AO o AA),
- B (BO o BB),
- AB,
- o incluso O (OO).