Por qué mudarse con hijos después de los 60 puede ser un error fatal
A medida que las personas envejecen, muchos creen que mudarse con sus hijos es la opción más natural y sensata. Al fin y al cabo, promete compañía, seguridad, amor y el apoyo familiar. Sin embargo, lo que parece una solución cariñosa a veces puede convertirse en una trampa emocional, despojando de su identidad e independencia a quienes dedicaron su vida a sus familias.
Tomemos el caso de Geralda María Santos, una viuda de 63 años que vendió su casa y se mudó con su hija a otra ciudad. Lo que inicialmente parecía un capítulo nuevo y amoroso, con el tiempo se convirtió en una pérdida de libertad, autoestima y propósito.
Un cariño que esconde una trampa
Al principio, todo parece perfecto: rodeadas del amor de un niño, la risa de sus nietos y palabras cálidas. Pero con el tiempo, muchas mujeres como Geralda descubren que su rol cambia: de ser invitadas bienvenidas a convertirse en cuidadoras permanentes, ayudantes no remuneradas o sustitutas de una niñera o cocinera.
Lo que empieza como favores se convierte en expectativas. El dormitorio está destinado a ofrecer descanso, pero se convierte más en un espacio reducido para no estorbar. Y cuando surgen quejas, se ignoran con comentarios como “pero aquí tienes comida y familia”, desestimando el dolor de perder la libertad de planificar su propio día.
ADVERTISEMENT