En un suéter viejo encontré unas extrañas bolitas rojizas y casi vomité cuando me di cuenta de lo que eran.

Esas extrañas “bolas” resultaron ser excrementos de ratón, coloreados de rojo debido al veneno que yo mismo había puesto en el armario hacía unos años y del que había olvidado por completo.

Casi vomité solo de pensar en cómo estas cosas habían estado ahí todo ese tiempo en medio de una plaga de ratones. Tiré de inmediato no solo los suéteres, sino también las bufandas viejas que estaban junto a ellas.

Tuve que limpiar todo el armario con jabón y desinfectante, y lavarlo varias veces hasta que el olor desapareció.

También noté que uno de los suéteres había sido mordisqueado en la manga: un pequeño agujero que no había visto al principio.

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