Los frascos de pastillas, los medicamentos, una manta que usaron durante las noches de insomnio o incluso un andador en el que confiaron durante sus últimos días pueden ser recordatorios de los momentos dolorosos de la vida de la persona que perdimos, por lo que puede ser lo mejor sacarlos de casa.
Proyectos inacabados

Las cosas en las que trabajaron nuestros seres queridos, sean las que sean, pueden plantear constantemente la pregunta de “¿qué podría haber pasado si aún estuvieran vivos?”. Tener esos proyectos inconclusos cerca puede agobiarte y mantenerte atrapado en la tristeza.
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