2. Calienta la leche.
Comienza vertiendo la leche en una olla grande. Calienta lentamente la leche a 90 °F (32 °C), revolviendo constantemente para evitar que se queme. Este suave calentamiento es crucial ya que prepara las proteínas de la leche para que se coagulen adecuadamente sin volverse gomosas.
3. Agregue jugo de limón o ácido cítrico.
Una vez que la leche alcance la temperatura correcta, agregue el jugo de limón o la solución de ácido cítrico. Revuelva suavemente durante unos 30 segundos y luego deténgase. Notarás que la leche comienza a cuajar a medida que el ácido hace su trabajo separando la cuajada del suero.
4. Revise la cuajada
Después de agregar el ácido, deje que la leche repose sin tocar durante 5 a 10 minutos. La cuajada debe estar lo suficientemente firme como para cortarla con un cuchillo y separarla de los lados de la olla. Si todavía está demasiado blando, déjalo reposar unos minutos más.
5. Cortar y cocinar la cuajada
Una vez que la cuajada esté lista, córtala en cubos mientras aún está en la olla y luego caliéntala nuevamente a aproximadamente 105 °F (40 °C). Este proceso ayuda a solidificar aún más la cuajada. Revuelve suavemente para evitar que se peguen.
Transfiera la cuajada a un colador o una gasa para escurrir el suero. Luego, prepárate para la parte divertida: ¡estirar! Calentar la cuajada en agua caliente o en el microondas brevemente hasta que quede elástica. Estire y doble la cuajada repetidamente hasta que el queso quede suave y brillante, dándole forma de bola a medida que avanza.
7. Enfriar y almacenar
Una vez formada, deja caer la mozzarella en un recipiente con agua helada para que tome forma y se enfríe. Después de enfriar, tu mozzarella casera estará lista para disfrutar. Guárdelo en el refrigerador, sumergido en una pequeña cantidad de suero o salmuera para mantenerlo húmedo.
¿Por qué hacer mozzarella en casa?
Sabor y Frescura: Nada se compara con el sabor de la mozzarella recién hecha.
Un Toque de Historia: Disfrute conectándose con un antiguo arte culinario que ha deleitado paladares durante siglos.
Satisfacción del bricolaje: existe una satisfacción única al crear algo delicioso con tus propias manos.
Esta antigua receta de mozzarella de dos ingredientes no se trata sólo de hacer queso; se trata de recrear una parte de la historia culinaria en tu propia cocina. ¡Disfruta de los frutos de tu trabajo con tomates maduros, albahaca fresca y un chorrito de aceite de oliva para vivir una experiencia verdaderamente clásica!
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