El tomillo ha sido popular durante siglos y se ha utilizado comúnmente para tratar una variedad de dolencias, desde la gripe hasta los ataques epilépticos.
En la Edad Media, la gente mezclaba tomillo con lavanda en cantidades iguales y las rociaba en los pisos de las iglesias para deshacerse de los olores no deseados. Además, también se utilizaba para curar heridas y prevenir infecciones, y se aplicaba triturado en las zonas afectadas.
Sus aceites esenciales volátiles son ricos en propiedades antivirales, antirreumáticas, antisépticas, antiparasitarias y antifúngicas.
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