Un día eres joven y al siguiente buscas en Google “¿Por qué me duele la espalda al respirar?”
¿Recuerdas aquellos buenos tiempos cuando podías dormir en cualquier postura, saltar del sofá, cargar las bolsas de la compra como un superhéroe y despertarte sintiéndote genial? Sí… yo tampoco. Porque al llegar a los 20 o 30, algo extraño empieza a pasar. Te acuestas sintiéndote bien y despiertas preguntándote si alguien te dio una paliza durante la noche.
¿La imagen que acabas de ver? Ese punto rojo brillante en la parte baja de la espalda es más familiar de lo que nos gustaría admitir. Es el símbolo universal de “Intenté recoger mal un calcetín y ahora estoy fuera una semana”.
¿Por qué sucede esto tan de repente?
Parece que un día eres invencible y al siguiente te desgarras un músculo estornudando. Pero lo cierto es que tu cuerpo no te traiciona de la noche a la mañana. Es más bien una rebelión lenta y disimulada.
Tu columna vertebral, articulaciones y músculos responden a cómo los tratas. Horas de mala postura, cero estiramientos, colchones malos y un estilo de vida sedentario empiezan a pasar factura, al principio silenciosamente. Luego, ¡zas!, un giro en falso y empiezas a caminar como un abuelo.
Causas comunes del dolor de espalda repentino:
Analicemos por qué tu espalda podría odiarte de repente:
Falta de movimiento:
Estar sentado durante horas debilita el torso y ejerce presión sobre la zona lumbar. Tu cuerpo fue diseñado para moverse, no para estar sentado en una silla de escritorio durante 10 horas seguidas.
Malos hábitos posturales:
Encorvarse sobre el teléfono, la laptop o el volante desalinea la columna vertebral. Con el tiempo, esto provoca rigidez y dolor.
Falta de fuerza en el core:
El core no solo sirve para los abdominales. Es la base de toda tu postura. Un core débil implica que la espalda tiene que hacer todo el trabajo, lo cual es una receta para el dolor.
Dormir como un pretzel:
Puede que te encante acurrucarte como un camarón por la noche, pero a tu espalda no. Las malas posturas para dormir o los colchones sin soporte causan estragos en la alineación de la columna.
La mentalidad de “Yo lo tengo todo bajo control”.
Ya sea que muevas muebles o levantes la compra, la postura es importante. Ignorar las técnicas básicas de levantamiento puede provocar lesiones rápidamente.
Deshidratación:
¡Sorpresa! Tus discos intervertebrales también necesitan agua. Si estás deshidratado, se comprimen con mayor facilidad, lo que hace que tu columna sea más propensa a la rigidez y las molestias.
Estrés y tensión:
el estrés no solo está en la cabeza. Puede provocar rigidez muscular, especialmente en el cuello y la espalda. La tensión mental se convierte literalmente en dolor físico.
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