El estiramiento libera los músculos tensos y ayuda a los vasos sanguíneos a mantenerse flexibles, lo que mejora la circulación. El yoga combina estiramientos suaves con respiración profunda, lo que aporta más oxígeno a la sangre. Posturas como el perro boca abajo, la cobra y la postura del niño son especialmente efectivas para el flujo sanguíneo al cerebro y al corazón. Tan solo 15-20 minutos al día pueden brindar beneficios duraderos.
4. Natación o aeróbic acuático: Bajo impacto, alta recompensa
Los ejercicios acuáticos son suaves para el cuerpo, pero excelentes para el corazón. La natación y el aeróbic acuático aumentan la frecuencia cardíaca, mejoran la circulación y ayudan a desarrollar resistencia sin forzar las articulaciones. Intente meterse en la piscina de 20 a 30 minutos varias veces por semana para mejorar la salud vascular y reducir el riesgo de accidente cerebrovascular.
5. Respiración profunda y ejercicios de cuello: Formas sencillas de ayudar a tu cerebro
Tu cerebro necesita mucha sangre oxigenada. Practica la respiración profunda inhalando lentamente por la nariz y exhalando por la boca. Esta técnica aumenta el oxígeno en la sangre y mantiene una circulación saludable. Combina la respiración profunda con suaves movimientos de cuello y encogimientos de hombros para aliviar la tensión y estimular el flujo sanguíneo a la cabeza.
Hábitos cotidianos que protegen tu cerebro
No necesitas ejercicio extenuante para mantenerte sano; movimientos diarios sencillos pueden contribuir en gran medida a prevenir accidentes cerebrovasculares. Además de la actividad regular, recuerda:
Beber mucha agua
Controlar el estrés
Llevar una dieta cardiosaludable
Controlar tu presión arterial regularmente
Tu cerebro y todo tu cuerpo te agradecerán estos pequeños esfuerzos constantes.
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